Para los creyentes que tienen como base de su fe la Biblia, resulta a veces difícil comprender cómo se fue constituyendo y el proceso por el cual llegó a traducirse a varios idiomas. Hoy en día, podemos distinguir varias versiones y ediciones de la Biblia, pero ¿cómo comenzó todo? ¿Cuáles son las ediciones en español más recientes?
Es interesante el proceso de formación que, a lo largo de cientos de años, sufrieron los escritos sagrados hasta tomar su forma actual. Podríamos comenzar distinguiendo sus dos principales partes: el Antiguo y el Nuevo Testamento, ya que cada uno tiene su propio origen.
Origen del Antiguo Testamento
El origen de los escritos del Antiguo Testamento es incierto, ya que la tradición oral fue el principal medio para conservar las tradiciones y la historia del pueblo hebreo. Se puede decir que es en los días de la monarquía davídico-salomónica, en el siglo X a.C., cuando surge la literatura bíblica, pues se editan códigos de leyes con las normas que regían la sociedad y se comienza a cultivar la sabiduría y la lírica.
Con el tiempo, la aparición de los profetas como figuras importantes dentro del pueblo influyó en la creación de escritos que formarían parte de los libros sagrados. Poco después del destierro en Babilonia, se distingue la presentación final del Pentateuco o Torah para los judíos. Posteriormente, en la época persa y la helenística, se terminó de conformar el conjunto de 39 libros que componen el Antiguo Testamento.
Primeras Traducciones
Durante la época persa, el hebreo comenzó a perderse como lengua hablada y fue reemplazado por el arameo, por lo que el texto requería traducciones. Estas eran, en su mayoría, simultáneas y directas, surgiendo así los Targumes, traducciones que incluían comentarios exegéticos. Los targumes más reconocidos fueron los de Onquelos al Pentateuco y el de Jonatán a los Profetas.
Alrededor del año 285-300 a.C., se realizó la primera traducción de los escritos hebreos al griego helenístico en Alejandría, llevada a cabo por judíos. Esta es conocida como la traducción de los Setenta (LXX). En ese entonces, el canon judío tenía dos vertientes: el canon Palestinense (39 libros) y el canon Alejandrino (46 libros), lo que provocó controversias. No fue hasta el concilio de Yavne (90-100 d.C.) que los rabinos judíos establecieron el canon definitivo.
Orígenes del Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento, al igual que el Antiguo, se formó mediante un proceso gradual de tres etapas: 1) el hecho, 2) la transmisión oral de los sucesos, y 3) la redacción escrita. No se conservan los documentos originales, pero las copias más antiguas del texto completo o casi completo datan del siglo IV.
Del Nuevo Testamento se conservan numerosas copias completas y fragmentarias, además de citas del texto en otras obras y traducciones a otros idiomas, como el latín, siríaco y copto. Los expertos han clasificado las fuentes del Nuevo Testamento en cuatro familias textuales: la Occidental (con el Códice de Beza), la Neutra (con el Códice Vaticano y el Códice Sinaítico), la Antioquena (con el Códice Alejandrino), y la Palestinense (procedente de Cesarea, basada en testimonios cercanos a Orígenes).
Desde el siglo I d.C., un grupo de escribas conocidos como los Soferim trabajó en una revisión crítica y gramatical del texto hebreo, creando una versión consonántica unificada de la Biblia hebrea. Hacia el año 130 d.C., surgieron otras traducciones del hebreo al griego, como las de Aquila, Símaco y Teodoción, griegos convertidos al judaísmo. Orígenes, en Cesarea de Palestina, produjo las primeras versiones políglotas conocidas como las Héxaplas y Tetraplas.
Con el dominio del Imperio Romano, el latín se convirtió en la lengua oficial. Entre los años 303 y 405 d.C., San Jerónimo realizó la traducción de la Biblia al latín, conocida como la Vulgata, que se mantuvo como la versión oficial de la Iglesia Católica durante siglos.
Entre los siglos V y X d.C., los Masoretas (de massorá, tradición) realizaron un trabajo de vocalización del texto hebreo. Su objetivo era recuperar la lectura correcta del hebreo bíblico. Uno de los textos masoréticos más importantes es el Códice de Leningrado (1008), que sirvió de base para la Biblia Hebraica Stuttgartensia. Este sistema de vocalización adoptó dos modalidades: la supralinear (de Babilonia y Palestina) y la infralinear (de Tiberíades), esta última siendo la más aceptada.
Los masoretas introdujeron divisiones textuales entre capítulos y versículos, pero la división moderna fue obra de Stephanus Langton, obispo de Canterbury, quien en 1209 dividió la Biblia en capítulos. Más tarde, en 1526, el editor parisino Robert Estienne la dividió en versículos.
Con la invención de la imprenta, la primera Biblia impresa fue la Biblia de Gutemberg en 1456. En 1522, se publicó la versión de Lutero en alemán. Durante la Edad Media, surgieron ediciones políglotas que incluían traducciones en columnas paralelas. Destacan la Políglota Complutense de 1517, dirigida por el cardenal Cisneros, y otras políglotas en Amberes, París y Londres.
Versiones de la Biblia al Español
El proceso de traducción de la Biblia al español es extenso. Aunque no todas las traducciones fueron directamente al castellano, muchas de ellas estuvieron dirigidas a “castellanos”. Uno de los primeros esfuerzos fue la traducción al árabe hecha en suelo español por el obispo Juan Hispalense, junto con una edición de una Biblia latina visigoda anterior al año 953 d.C. También encontramos, en 1280, la Biblia Alfonsina, que fue la primera traducción de la Biblia al romance castellano.
Siglo y medio después, bajo el auspicio de Don Juan II, rey de Castilla, se hizo otra traducción del Antiguo Testamento, conocida como la Biblia del Duque de Alba (1430). En 1420, surgió la Biblia del Rabino Salomón, mientras que en 1543 se publicó el Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas.
Otra traducción al castellano es la realizada en 1553 por dos judíos portugueses, Abraham Usque y Yom Tob Atías, conocida como la Biblia de Ferrara. Tres años después, en 1556, el doctor Juan Pérez de Pineda realizó una traducción del Nuevo Testamento, la cual fue elogiada por los eruditos.
Una de las traducciones castellanas más sobresalientes fue realizada por Casiodoro de Reina en 1569, conocida como la Biblia del Oso, debido al logotipo del impresor. Sin embargo, esta versión fue prohibida por el Santo Oficio de la Inquisición en 1572. Entre 1790 y 1793, se llevó a cabo otra traducción de la Vulgata, realizada por el P. Scío de San Miguel. Años después, entre 1823 y 1825, se produjo otra traducción de la Vulgata, esta vez atribuida a Félix Torres Amat, aunque fue elaborada en gran parte por José Miguel Petisco S.J., y conocida comúnmente como la Biblia de Petisco y Torres Amat.
En 1893, surgió la Versión Moderna, considerada fiel a los idiomas originales. Para el año 1916, nació El Nuevo Testamento, Versión Hispanoamericana. La primera edición de la Biblia patrocinada por instituciones católicas fue la traducción de Eloíno Nácar Fuster y Alberto Colunga en 1944, llamada la Nácar-Colunga (publicada por la B.A.C.). Otra edición crítica realizada a partir de las lenguas originales es la de José María Bover y Francisco Cantera Burgos en 1947, conocida como la Bover-Cantera.
Entre 1948 y 1951, surgió otra traducción importante, la realizada por Mons. Straubinger, que se distingue por sus comentarios. Una traducción menos conocida, pero difundida por la Asociación Internacional de Estudios Bíblicos de la Watchtower Bible and Tract Society of New York, es la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (1961).
En 1966, se llevó a cabo otra traducción basada en los idiomas originales bajo la dirección de J.A. Ubieta, siguiendo las pautas de la traducción francesa de la École Biblique de Jerusalén, surgiendo la conocida Biblia de Jerusalén. Ese mismo año, se publicó una versión popular del Nuevo Testamento auspiciada por las Sociedades Bíblicas Unidas, titulada Dios llega al Hombre.
Una de las traducciones que causó un gran impacto en América Latina fue la dirigida por Ramón Ricciardi y Bernardo Hurault, conocida como la Biblia Edición Pastoral Latinoamericana, editada por primera vez en 1972. Un año después, bajo la dirección del P. Serafín de Ausejo, se publicó la Biblia de Herder, que tuvo una amplia difusión.
En 1976, se realizó otra traducción de los textos originales, dirigida por Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, titulada la Nueva Biblia Española. Posteriormente, en 1978, las Sociedades Bíblicas Unidas, la Biblioteca de Autores Cristianos y La Casa de la Biblia publicaron una traducción del Nuevo Testamento conocida como la Biblia Interconfesional: Nuevo Testamento.
Una traducción de gran sencillez y belleza es la realizada por el P. Armando J. Levoratti y el P. A. B. Trusso en 1980, titulada El Libro del Pueblo de Dios. En 1983, se publicó un texto bilingüe en latín y castellano, traducido y anotado por profesores de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, la Sagrada Biblia. En 1989, Evaristo Martín Nieto dirigió otra traducción conocida como La Biblia.
En 1992, Santiago Guijarro y Miguel Salvador dirigieron la traducción de una edición titulada La Biblia de América. En 1993, Luis Alonso Schökel y un equipo de colaboradores produjeron La Biblia del Peregrino, una edición que sigue siendo referencia para muchos estudiosos y fieles.
En el año 1999 se edita la Nueva Versión Internacional, traducida a partir de los textos originales en hebreo, arameo y griego, fue dirigida por el ex sacerdote Luciano Jaramillo. Esta versión fue producida por un equipo de eruditos de diversas denominaciones, y se basa en la conocida New International Version en inglés.
En las últimas dos décadas, se han publicado diversas versiones de la Biblia en español, adaptadas a diferentes públicos y necesidades, con un enfoque en la fidelidad a las lenguas originales y la accesibilidad para los lectores modernos.
El Nuevo Testamento, editado en el año 2000, traducción del Nuevo Testamento realizada por el sacerdote jesuita Pedro Ortiz, conocido teólogo y filólogo, quien también participó en otras traducciones como la Biblia Dios Habla Hoy. En el 2001 una versión de la Biblia fue publicada por la Liga Bíblica y utiliza un lenguaje cotidiano latinoamericano. La palabra de Dios para Todos, basada en las lenguas originales, su propósito es hacer la Biblia accesible para un público amplio, con una traducción clara y directa.
En 2003, las Sociedades Bíblicas Unidas dan a conocer la Biblia Traducción en Lenguaje Actual, esta traducción está dirigida a un público infantil y juvenil, con un enfoque en la sencillez del lenguaje. Se basa en las lenguas originales y ha sido ampliamente utilizada en proyectos educativos.
Para el año 2010 surge la Biblia de la Conferencia Episcopal Española, esta traducción, fruto del trabajo de numerosos especialistas en estudios bíblicos, fue creada para ser utilizada en todos los libros litúrgicos de España. En 2016, se lanzó una edición juvenil titulada Biblia Joven. Publicada por la Sociedad Bíblica de España en 2011, se encuentra la Biblia La Palabra, esta traducción se caracteriza por buscar un equilibrio entre la fidelidad formal al texto original y la dinámica necesaria para su comprensión en español.
En 2014, producida por el CELAM, está la Biblia de la Iglesia en América, esta versión está orientada hacia las necesidades pastorales y litúrgicas de América Latina. El equipo de traducción estuvo dirigido por el arzobispo chileno Santiago Silva Retamales y coordinado por el sacerdote mexicano Carlos Junco Garza.
Publicada originalmente en inglés en 2006 y luego en español (2014) está la Biblia Didajé, cuya edición a cargo de Pablo Cervera B. y Carlos Granados G., incluye comentarios extensos basados en el Catecismo de la Iglesia Católica, además de explicaciones apologéticas. Está destinada a la formación teológica y espiritual, y utiliza la Revised Standard Version, Second Catholic Edition (RSV-2CE) como base de su traducción.
La Biblia, con su vasta historia y su impacto universal, sigue siendo el libro más traducido, distribuido y leído en todo el mundo. A través de los siglos, ha pasado por procesos complejos de traducción y revisión, lo que refleja su capacidad para adaptarse a diferentes lenguas, culturas y contextos. Cada nueva traducción representa un esfuerzo por mantener viva la Palabra de Dios, asegurando que continúe siendo accesible y relevante para todas las personas.
Desde los primeros esfuerzos por preservar las tradiciones orales del pueblo hebreo hasta las versiones más modernas en español y otros idiomas, la Biblia ha demostrado ser una fuente inagotable de sabiduría espiritual y guía moral. Los trabajos de traducción, como los realizados por figuras como San Jerónimo, los Masoretas y los grandes eruditos contemporáneos, han permitido que generaciones enteras tengan acceso a las Escrituras en su idioma materno.
Las versiones recientes, como la Biblia Latinoamericana, la Biblia de Jerusalén, la Nueva Versión Internacional, y la Biblia Didajé, entre otras, no solo reflejan un compromiso con la fidelidad a las lenguas originales, sino también con la necesidad de que el mensaje bíblico llegue a los corazones de los creyentes de una manera clara, comprensible y significativa.
Hoy más que nunca, la Biblia continúa siendo una guía fundamental para millones de personas en su vida de fe. En un mundo lleno de cambios y desafíos, las Escrituras nos ofrecen una constante que nos conecta con lo divino y nos ayuda a discernir el propósito y la dirección en nuestras vidas.
Este es el momento perfecto para profundizar tu relación con la Palabra de Dios. Te invitamos a que, si aún no lo has hecho, elijas una de las muchas versiones actuales de la Biblia y comiences a leerla de manera activa. Participa en un grupo de estudio bíblico, practica la Lectio Divina o simplemente dedica unos minutos al día para meditar sobre las Escrituras. Deja que la Biblia sea más que un libro en tu estantería; permite que sea una fuente viva que guíe y transforme tu vida.
Recuerda que cada traducción y versión tiene algo único que ofrecer, y todas ellas buscan acercarte al mensaje eterno de Dios. Que este recorrido por las traducciones y versiones de la Biblia sea el inicio de un camino más profundo de fe y conocimiento. ¡Toma la Biblia en tus manos y deja que te hable, te inspire y te lleve a nuevos horizontes de encuentro con el Señor!