Cada año, el mes de Septiembre se convierte en una oportunidad especial para que la Iglesia Católica celebre la Palabra de Dios en lo que se conoce como el Mes de la Biblia. Este tiempo no solo es una invitación a redescubrir el valor de las Sagradas Escrituras, sino también a reflexionar sobre su papel central en la misión evangelizadora de la Iglesia. La Biblia, como Palabra viva, no es simplemente un texto antiguo, sino el corazón de la misión de la Iglesia, llamada a anunciar la Buena Nueva en un mundo en constante cambio.
Desde los tiempos del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha subrayado la importancia de la Sagrada Escritura en la vida de los fieles y en la pastoral. La constitución dogmática Dei Verbum nos recuerda las palabras de San Jerónimo: “la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo” (DV, 25), una afirmación que resuena con fuerza en el contexto de la Nueva Evangelización. Este llamado a colocar la Biblia en el centro de la vida y misión de la Iglesia fue retomado y ampliado por el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, donde insiste en que toda evangelización debe estar fundamentada en la Palabra de Dios, que “escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada” se convierte en la fuente de toda actividad eclesial (EG, 174).
En este Mes de la Biblia, nos proponemos reflexionar sobre cómo la Palabra de Dios debe ocupar el lugar central en nuestra misión como Iglesia, especialmente en el contexto de la Nueva Evangelización y la Animación Bíblica de la Pastoral. A lo largo de este artículo, exploraremos cómo la Biblia no solo ilumina nuestra fe, sino que también nos impulsa a ser una Iglesia sinodal, que camina junta, guiada por la Palabra.
La Centralidad de la Biblia en la Nueva Evangelización
La Nueva Evangelización, promovida inicialmente por San Juan Pablo II, se fundamenta en la necesidad de renovar el ardor, los métodos y las expresiones con las que la Iglesia lleva el mensaje del Evangelio a todas las personas. En este esfuerzo, la Biblia ocupa un lugar insustituible, pues es a través de la Palabra de Dios que la Iglesia encuentra la inspiración y guía necesarias para enfrentar los desafíos contemporáneos.
El Documento de Aparecida, fruto de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en 2007, reafirma la importancia de la Sagrada Escritura en este proceso. Los obispos latinoamericanos subrayan que “desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo” (DA, 247). En este sentido, la Nueva Evangelización no puede darse sin un profundo conocimiento y vivencia de la Palabra de Dios, que debe ser el alimento espiritual de todos los discípulos misioneros.
El Papa Francisco, en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, continúa esta línea de pensamiento al afirmar que “toda la evangelización está fundada sobre [la Palabra], escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada” (EG, 174). Para Francisco, la Biblia no es solo un texto para estudiar, sino una fuente de vida que transforma a quienes la escuchan y la ponen en práctica. Por tanto, en el contexto de la Nueva Evangelización, es fundamental que la Biblia sea el centro de toda actividad pastoral, inspirando nuevas formas de anunciar el Evangelio con creatividad y fidelidad.
La Animación Bíblica de la Pastoral
La “Animación Bíblica de la Pastoral” es un concepto clave que ha cobrado fuerza en las últimas décadas, especialmente a través del trabajo de la Federación Bíblica Católica (FEBIC). Este enfoque busca que la Biblia no sea solo un elemento más dentro de la pastoral, sino que anime e impregne toda la vida y misión de la Iglesia. Esta idea surge de la necesidad de que la Palabra de Dios esté en el centro de todas las actividades pastorales, orientando y transformando cada acción en un reflejo del mensaje bíblico.
Durante la IV Asamblea Plenaria de la FEBIC en 1990, celebrada en Bogotá, se destacó la urgencia de dar un “giro copernicano” en la pastoral, colocando la Biblia en el corazón de la vida eclesial. Se subrayó que “la pastoral bíblica no se debe considerar como relacionada solo con un sector particular de la Iglesia,” sino como la base de todo el conjunto de la pastoral y de la misión de la Iglesia (FEBIC, 1993). Esta visión fue recogida y ampliada en la exhortación apostólica Verbum Domini de Benedicto XVI, donde se invita a que la animación bíblica sea el motor de toda la pastoral, no como una actividad adicional, sino como el fundamento de toda la misión eclesial (VD, 73).
En este sentido, la Animación Bíblica de la Pastoral no es simplemente un cambio de nombre o de enfoque, sino un verdadero cambio de paradigma que requiere que toda la Iglesia se deje guiar por la Palabra de Dios en todas sus dimensiones. Esto implica una pastoral que sea profundamente bíblica, donde cada acción, cada programa y cada iniciativa esté inspirada y sostenida por la Sagrada Escritura.
La Biblia como Camino Común
La sinodalidad, entendida como el camino que la Iglesia está llamada a recorrer junta, encuentra en la Biblia su guía y fundamento. En las reflexiones de la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, expresadas en el documento “Hacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias,” se resalta la importancia de la Palabra de Dios como el punto de referencia para todo discernimiento y acción pastoral. La sinodalidad en la Iglesia no es solo un método de gobierno, sino un modo de ser Iglesia, profundamente arraigado en la centralidad de la Palabra de Dios. Como señala el documento, “cuando hablamos de la Dimensión kerigmática y misionera nos referimos al corazón mismo de toda acción evangelizadora que, desde la centralidad de la Palabra de Dios, debe llegar a ser un anuncio, propuesta y acompañamiento de la fe en el Señor Jesús”. Este enfoque kerigmático subraya que la misión de la Iglesia es un anuncio apasionado de Cristo, que lleva a los pueblos a un encuentro transformador con Él, desencadenando el discipulado misionero y la vida eclesial basada en el mandamiento del amor” (#239).
La Biblia, en este contexto, se convierte en el camino común por el cual todos los miembros del Pueblo de Dios son llamados a transitar. La lectura comunitaria de las Escrituras es un acto sinodal en sí mismo, donde cada persona aporta su perspectiva y donde el Espíritu Santo guía a la comunidad hacia la verdad. La sinodalidad, por tanto, no puede realizarse sin una profunda inmersión en la Palabra de Dios, que es la que ilumina los pasos de la Iglesia y orienta sus decisiones.
El Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, nos recuerda que “la Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar” (EG, 174). Este proceso de evangelización interna comienza con la escucha de la Palabra, que nos transforma y nos capacita para ser testigos auténticos del Evangelio. Así, la sinodalidad y la Biblia están intrínsecamente unidas en la misión de la Iglesia, pues es en la escucha y meditación comunitaria de las Escrituras donde encontramos la dirección para caminar juntos como Pueblo de Dios.
La Biblia como Fuente de Renovación y Esperanza
En un mundo marcado por la incertidumbre y los desafíos, la Biblia se presenta como una fuente inagotable de renovación y esperanza. La Palabra de Dios no solo nos ofrece consuelo en tiempos de dificultad, sino que también nos impulsa a la acción, inspirándonos a construir un mundo más justo y fraterno.
El Documento de Aparecida enfatiza que la Biblia es “alma de la acción evangelizadora” (DA, 247), y nos llama a un compromiso profundo con la Palabra, que debe ser leída y meditada en comunidad. Este enfoque comunitario de la lectura bíblica no solo fortalece la fe individual, sino que también construye comunidades sólidas y comprometidas con la misión de la Iglesia.
En este Mes de la Biblia, se nos invita a redescubrir la Sagrada Escritura como el motor que impulsa nuestra fe y nuestras acciones. La Biblia es el libro de la esperanza, que nos recuerda que Dios está presente en nuestra historia y que nos llama a ser instrumentos de su amor en el mundo. Al meditar y vivir la Palabra de Dios, encontramos la fuerza para enfrentar los desafíos de hoy con valentía y confianza, sabiendo que la misión de la Iglesia está guiada por la Palabra que da vida.
Conclusión
En este Mes de la Biblia, estamos llamados a reavivar nuestra relación con la Palabra de Dios, reconociendo su papel central en nuestra vida y misión como Iglesia. La Biblia no es solo un libro que se estudia; es una fuente viva de inspiración, guía y transformación para todos los fieles. Como nos recuerdan los documentos de la Iglesia, desde Dei Verbum hasta Evangelii Gaudium, la Escritura debe estar en el centro de todas nuestras actividades pastorales, animando cada esfuerzo evangelizador con la frescura y la fuerza del Evangelio.
La Nueva Evangelización nos desafía a renovar nuestro ardor y a encontrar nuevas formas de anunciar el mensaje de Cristo, y en este camino, la Biblia es nuestro mapa y nuestra brújula. A través de la Animación Bíblica de la Pastoral, somos invitados a redescubrir la centralidad de la Palabra en todas las dimensiones de la vida eclesial, asegurando que cada acción pastoral esté impregnada de la riqueza de las Escrituras.
En un mundo que busca desesperadamente esperanza y sentido, la Biblia nos ofrece respuestas profundas y eternas, recordándonos que Dios sigue actuando en la historia y que su Palabra tiene el poder de transformar vidas. Así como Felipe ayudó al eunuco etíope a entender y vivir la Palabra de Dios, nosotros también estamos llamados a ser guías y testigos de la Biblia en nuestra comunidad y en el mundo.
Muy interesante!